Las almendras garrapiñadas son de abuelas, si, porque solo las saben hacer ellas. Algunas tardes de otoño llegaba a casa de mi abuela y desde el patio ya oía el repiqueteo del martillo, era mi abuelo cascando almendras, un solo golpe y almendra abierta. Y al abrir la puerta de la cocina te envolvía el aroma del azúcar caramelizado que mi abuela calentaba con mucha paciencia al fogón, y en el momento exacto tenía que echar las almendras. Muy líquido, te había salído turrón, muy frío, no se pegaba a las almendras, era el punto justo para que quedaran sueltas y crujientes, y eso solo se consigue con paciencia.
Este es el tarro de 190 grs de Castillo de Loarre, artesanas, de receta tradicional y almendra local ,
Sin gluten, sin lactosa