Y un día abrí una tienda

En los miles de paseos por el centro de Huesca siempre me faltaba algo, siempre echaba de menos poder comprar el pan , algo de fruta o simplemente algo para comer en el momento.

Hasta Agosto de 2017 mi trabajo era en una oficina técnica propia efectuando valoraciones de siniestros de vehículos y hogar para empresas aseguradoras, pero pocos meses antes en un viaje fortuito con una chica Belga ella me preguntó que podía comer que fuera típico de Huesca, y excepto cordero no se me ocurría nada más.

Allí empezó mi búsqueda curiosa de los productos artesanos de Huesca, de conocer razas de animales y variedades de plantas autóctonas, de saber que se cocía en las cazuelas de los restaurantes, de conocer fiestas locales que estuvieran vinculadas a la estacionalidad de los alimentos, y comencé a descubrir muchas personas cuyo oficio o trabajo era una forma de mantener viva nuestra cultura, y aún más de mantener sostenible nuestro entorno.

Y un día al ver un local en el coso, el local en el que había estado una librería durante 150 años, me enamoré. Me enamoré de la idea de estar en aquel lugar, de pasar allí horas, de crear algo.

 

Era un lugar con mucho encanto, con un mobiliario donde habían estado libros , plumas, papel secante, máquinas de escribir, …todo aquello que desde 1867 se utilizara en la lectura o la escritura.

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